lunes, 5 de marzo de 2012

San Mamés; del mito a la realidad



Marcelo Bielsa ha marcado el regreso de los leones de Bilbao, pelearán una Copa, puestos europeos y una Europa League.

Estas fieras formadas en Euskal Herria, enmarcadas por una estirpe basada en la fortaleza mental y espiritual, han dejado su claustro y han salido de su encierro para defender su templo; su mismísima catedral.  
  
Algunos, los llaman rojiblancos; otros, los guerreros de Bilbao; unos más, los locos de Bielsa; y la mayoría los idolatra al nombrarlos los leones de San Mamés.


Sea cual sea el mote o los colores del uniforme, su filosofía no cambia ni cambiará, a pesar de que ésta no esté escrita; es una tradición basada en la palabra y firmada con el corazón. Once corpulentos jugadores -nacidos en el País Vasco, Navarra o en el País Vasco francés, incluso los que se han formado en su cantera también-  representan durante 90 minutos a un pueblo camuflajeado con el barro, de origen victoriano y que nunca da su brazo a torcer. 

Lealtad es su valor principal y la altura su mayor cualidad; mientras que la lucha por ganar se convierte en su única ambición y el clima lluvioso en su mejor postor.  
Esto, no lo presagió Nostradamus, tampoco una pitonisa y mucho menos un charlatán.  Esto es el fútbol, un mito sin ateos que convierte a los equipos en toda una realidad.
Así es como se plasma su historia, en el nombre de los vascos y con la lucha en el campo. Símil de sus jugadores de inicio: Gorka, enérgico y valiente; Aurtenetxe, pleno de gracia; Amorebieta, el guerrero de la central; Iraola, de carácter defensivo; Javi Martínez, armonizador de contrarios; Iturraspe, el del linaje heroico; Ander, el niño líder; Susaeta, el de los sueños ocultos; Muniain, el de la calidad de ensueño; Llorente, el amo del gol; y De Marcos, el gran planeador. Además de Mikel, diplomático en su ambición; Íñigo, amante de la ejecución; e Ibai, el de la excelencia. 

Es el renacer del Athletic de Bilbao, un equipo que no pierde sus raíces, y enloquecido por su entrenador, ha retornado a sus orígenes.  


Atrás, más nunca olvidadas, quedaron sus 8 ligas y 23 copas, las últimas en 1984. Hoy, la institución siempre alabada, ha abierto las ventanas y puertas de su catedral. No para que la vengan a ver (sus rivales) o a vanagloriar (las demás aficiones); sino para que sepan lo que han cimentado y fortificado estos leones del “loco” Bielsa. 



Es así, como Vizcaya luce más rojiblanca que de costumbre. Banderas, en bares, casas y balcones, se vuelven a asomar cuando juega el Athletic de Bilbao.  

Esta historia es la que se enmarca en San Mamés, un pueblo con garra y esencia patentada por más de 113 años, que ha dejado de ser mito para convertirse en toda una realidad. 


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